jueves, 13 de enero de 2011

Ay, ¡Cómo Duele!




Estimado lector, espero hayas tenido un comienzo de año aferrado a Dios y guiado por él, a continuación les dejo un devocional de www.especialidadesjuveniles.cl, espero sea de ayuda y bendición para sus vidas, igual o mejor a como es con la mia.
Un abrazo.





AY, ¡COMO DUELE! Por Patricia Marroquín

Nuestra vida no es como los cuentos de hadas donde hay algo de dolor, pero siempre termina con un final feliz. La vida real es complicada, enfrentamos episodios muy dolorosos y no siempre terminan como deseamos.
Las pruebas y el dolor no es algo que andemos buscando por gusto, simplemente aparecen, sin pedir permiso, y cuando esto ocurre en medio de nuestro sufrimiento solemos reclamarle a Dios. No podemos entender porque un Dios de amor permite que nos ocurran cosas dolorosas.

El apóstol Pablo conocía en carne propia el devastador efecto del dolor, el mismo sufrió innumerables penurias, por eso en su 2ª carta a los Corintios (1:3-11), les habló con detalle del tema. Resalta en esos versículos la siguiente afirmación:
"Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren".

Las pruebas y el dolor no son permitidas por Dios con el propósito de devastarnos, ser unos fracasados, vivir sin esperanza y dejarnos como trapos inútiles. Por el contrario, Dios en su poder, tiene la capacidad de "reciclar" nuestro dolor, es decir, convertir algo aparentemente inservible, en algo útil. Si no lo crees, estudia la vida de José y ve como todo el dolor que sufrió por causa de sus propios hermanos, terminó siendo lo que salvó a dos naciones.
"... Pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien" Gén. 50:20

Dios es especialista en tomar lo "inservible" y en su gracia transformarlo para que seamos restaurados por su infinito amor. Mientras más sufrimos, mayor consuelo recibimos de su parte. Él es quien seca nuestras lágrimas, cuando ya no queda nadie a nuestro lado para hacerlo. Es de Él que recibimos la fortaleza, el ánimo y la esperanza para levantarnos y seguir adelante, aún en medio del dolor.
Dios está empeñado en usarnos como "agentes de consolación", y para ello es importante disponernos para que en sus manos, las pruebas y el dolor vivido sean usados para ir consolar y bendecir a otros.
¿Estás listo para ir en ayuda de otros? Comencemos por hacer a un lado nuestro dolor.

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