domingo, 7 de junio de 2015

Jesús extiende su mano.

Mateo cuenta la siguiente historia:

"En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios."

Mateo 14:22-33.

Nosotros como personas tenemos varias opciones, ir en el bote y seguir con nuestras vidas ordinarias, avanzando en las aguas, pescando, recorriendo libremente, a veces sin dirección, solo por andar en el mar, otras con el propósito de "pescar algo", quizás alcanzar alguna meta, un proyecto personal; pero también otras veces somos azotados por las olas, donde el viento es contrario a nosotros, el mundo va en una dirección como las olas y el viento y nosotros como cristianos vamos en contra de ellos, no sabemos qué hacer, pero Dios en su misericordia aparece de alguna u otra forma en nuestras vidas, nosotros, por algo natural, tememos, nos turbamos a interrumpir por alguna razón (porque nos escogió) el curso natural de nuestras vidas, nos haya ido bien o mal según nuestra opinión, pero se aparece, y nosotros dudamos de quién realmente es, y nos dice "no temas, soy yo" y luego como Pedro, nosotros más encima queremos probar si realmente es Jesús, pero él, nos  invita a hacer algo fuera de lo común, salir de nuestra comodidad, de lo que conocemos y todos hacemos, nos pide algo más, pero antes nos invita y dice  "Ven", lo extraordinario es que podemos caminar sobre las aguas, lo extraordinario es que él nos llama a dar un paso de fe, nos atrevemos a salir de nuestro bote, este encuentro extraordinario, en el que Jesús nos dice "ven", puede pasar en un momento de dificultad, donde nuestro bote está siendo azotado, puede ocurrir en un día soleado, en un día de pesca, puede ocurrir en cualquier lugar, en cualquier momento, pero lo que sí ocurre siempre, y siempre de la misma forma es que Jesús nos dice "ven", dándonos ánimo además. Bien, accedimos finalmente, salir de nuestro bote, para caminar de otra manera, para hacerlo de una forma extraordinaria, ¡fuera del bote!, ¡sobre el agua! y ahí comenzamos a avanzar, aunque a veces tenemos miedo, nos desenfocamos de lo que estamos haciendo, comenzamos a preocuparnos de otras cosas, y dejar de fijar nuestros ojos en Jesús, sino que en el viento, en las olas de la vida, con esto comenzamos a hundirnos, nos empezamos a desesperar, cada vez se hunden más nuestros pies, pero no olvidemos que Jesús nos dijo ven, él nos invitó, él nos escogió, por ende pidamos ¡Jesús, sálvame!, inmediatamente Jesús extiende su mano y nos sujeta fuertemente, nos levanta y nos saca de esa situación de inundación y ahogo, de ese problema, de ese momento de descenso espiritual; nos rescata y nos exhorta, y pregunta porqué dudamos, cuál es el motivo de nuestra falta de fe, si nos muestra que es capaz de calmar el viento, de tomarnos de la mano, de llamarnos, de escogernos... y nosotros no somos a veces capaz de confiar, si sabemos que es verdaderamente el Hijo de Dios.
Quizás es una metáfora de esta gran historia, pero aplicable como reflexión a nuestras vidas, sobre Jesús, que nos llama y extiende su mano para salvarnos y ayudarnos.

Dios nos guíe querido lector, a que cuando caminemos por las aguas, fijemos nuestra mirada en Jesús, y si nos comenzamos a hundir, tener presente que él extiende su mano, para sostenernos, para levantarnos, para que sepamos que nos da otra oportunidad, para que nos aferremos a él.

Bendiciones al que lee, Dios nos ayude a reflexionar y sostener la mano de Jesús.

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